Escribo esta publicación sentado en el escritorio de mi adolescencia, viendo como amanece en mi pueblo. Ayer, decidí abrir cajas y cajones llenos de recuerdos para hacer limpieza. Desechar las cosas que ya no sirven, a las que jamás vamos a volver. Tiré, tiré, tiré. Apuntes de la carrera, revistas de fotografía, afiches de veterinaria. Carpetas llenas de aquellas cosas que quise ser, que intenté -más o menos- y nunca fui. También guardé. La valoración es positiva. Mirando al pasado solo dejo una nube negra en el tiempo, de años convulsos, que he sido incapaz de borrar. Del resto de años, aún con sus cosas malas, he decidido guardar la luz. Que no ocupa espacio, que no llena cajas. Este año que está a punto de acabar pasará a ese lugar, el de: a veces estuvimos jodidas, pero aquí seguimos bailando.
Bailando, cantando, riendo, pero sobre todo, leyendo. Ca-tam-pum-chás. ¡Qué bien traído, Juan Carlos! Pues sí, he leído muchísimo este año. Al menos más de lo que esperaba. El otro día me contaban que a la librería llegaba gente pidiendo libros muy cortitos para cumplir el reto de Goodreads -sinceramente, los humanos cada vez somos más gilipollas-. Pero, debo decir que de 50 libros que me propuse, he leído prácticamente 60 -slay!-.
La semana pasada hice un curso con Elisa Coll sobre “La casa queer que soñamos”, donde mediante referencias culturales hablábamos de ese espacio -físico o no- donde sentirnos a salvo. Muchas personas al hablar de casa ponían a la lectura como ejemplo. La lectura como refugio, aislamiento, seguridad, aprendizaje. No sabría en cuál de todos ellos ponerla, lo que sí sé es que leer, descubrir otras voces, otras realidades, otros lugares… Me hace acercarme a todos ellos, y siento que eso me hace un poquito -solo un poquito- mejor persona -que no mejor-.
Por todo ello, y como no podía faltar, os traigo mis lecturas favoritas de este año. Me ha costado mucho, he intentado por todos los medios escoger solamente 10 pero, me he quedado con 14, agrupadas en pares. ¡El último empujón de este 2024!
El Paracaidista, Ana Campoy (Las Afueras, 2024)
Aliento, ojos, memoria, Edwidge Danticat (Consonni, 2024)
Han sido dos de los últimos libros que he leído. El primero, un drama rural en la España de la Guerra Civil. El segundo, narra la vida de una muchacha Haitiana, publicado originalmente en 1994. Ambos libros hablan sobre familia y secretos, aunque en claves muy distintas. Ana Campoy desarrolla una prosa poética, oscura, en sombras. Danticat utiliza una escritura mucho más sencilla, pero llena de violencia y vergüenza. En ambos libros, las mujeres son el eje de la historia.
Romero recién cortao’, Juan Carlos Panduro (Letraversal, 2024)
Circuito cerrado de vigilancia, Mayte Gómez Molina (cielo santo, 2024)
No podía faltar la poesía ni dos de mis editoriales favoritas. En ambos libros, que en un principio poco tienen que ver, se da un requiebro a la modernidad para unirla a la raíz. Panduro, utiliza el folklore extremeño en el recorrido de su obra, mientras Gómez Molina nos pone frente a lo que somos, con un filtro belleza que nos ataca. Los dos marcan una época y una generación, desde diferentes puntos de vista.
Faltas, Cecilia Gentili (Caja Negra, 2024)
Cuerpos para odiar, Claudia Rodríguez (Barrett, 2024)
Las imagino a las dos clavando una bandera en la cima, reclamando su territorio. El de las mujeres trans que tanto siguen luchando por tener. Esto son estas dos obras. Un posicionamiento, un “estamos aquí”. Cecilia Gentili, quien murió antes de ver la traducción publicada, escribe cartas a todos aquellos que abusaron de ella, enfrentándose de cara a sus agresores, testigos o verdugos. Mientras Claudia Rodríguez, se desnuda en cuerpo y alma con su poesía sincera y desgarrada, en los textos de sus fanzines que se recopilan en esta publicación.
Hombres puros, Mohamed Mbougar Sarr (Anagrama, 2024)
Lo que sé de ti, Éric Chacour (Dos Bigotes, 2024)
Ambos libros, de una belleza descomunal, hablan sobre las consecuencias de la homofobia, tanto en la sociedad, en un territorio en particular o dentro de la propia familia. La de Mbougar Sarr ambientada en Senegal, la de Chacour entre El Cairo y Montreal. En la primera, el protagonista necesitar romper, mientras en la segunda, la reconstrucción es la base de la narración. ¿Libros con los que llorar? Aquí los tenéis.
Nadie miraba hacia aquí, Andrea Galaxina (Contina Me Tienes, 2022)
Raving, McKenzie Wark (Caja Negra, 2023)
He unido estos dos libros por la materialidad de lo queer. Por un lado, el arte como expresión del activismo en el surgimiento de la epidemia del vih/sida y en Raving, la exposición de las raves y los clubs como lugar “refugio” para la comunidad. Si McKenzie hubiese venido al curso de Elisa Coll, estoy seguro de que ella hubiese hablado de la rave como casa. En cuanto al libro de Andrea Galaxina, es una guía básica y completísima tanto del arte contemporáneo en relación al vih/sida, como de los términos de la teoría queer, desde finales de los 60 hasta los 2010.
La dificultad del fantasma, Leila Guerriero (Anagrama, 2024)
Coexistence, Billy-Ray Belcourt (Hamish Hamilton, 2024)
Leila Guerriero recorre la Costa Brava intentando averiguar el paso de Truman Capote por allí. Los años han ido alimentando la leyenda de la vida del autor en el territorio, cada vez más difusa. Una lectura apasionante, que devoré. Precisamente allí, en la casa de donde parte la historia, empecé el nuevo libro de Billy-Ray Belcourt. Sin duda, el que sería mi libro del 2024. Relatos que hablan sobre la identidad indígena en Canadá, la cosificación -y a su vez rechazo- hacia los pueblos autóctonos, sexo, soledad, familia… De verdad, leedlo.
El cuarto de Giovanni, James Baldwin (Sexto Piso, 2024)
Renata sin más, Catherine Guérard (Tránsito, 2024)
Nunca había estado en París hasta finales de 2022. Volví en verano de 2023 completamente enamorado. Y desde entonces, me fascinan los libros que pasean por esa ciudad llena de chinches. En ambas historias se recorren sus calles a diferente paso. En uno se pasea el amor y la locura -el protagonista se enamora de un camarero italiano- y en otro se deambula, las calles se viven, se duerme en ellas. El camino como mayor expresión de libertad -la protagonista decide abandonar su trabajo para ser libre y nómada-. Estos dos libros son dos joyas de la literatura, publicados originalmente en 1956 y 1967, que se han vuelto a editar para deleite de todas.
Pues ya está. ¡Gracias a todas por haber llegado hasta aquí! Empecé esta publicación en abril con las ganas de compartir lo que hablábamos en las sesiones del club de lectura y así poder escribir, que eso también estaba guardado en un cajón. Lo he sacado, pero esto no lo voy a tirar. Os deseo una muy feliz salida de año y que el 2025 sea maravilloso. Y si durante el camino no lo es, que nos rodeemos de amigas y personas increíbles. Nos vemos el próximo año, con más lecturas, más recomendaciones, más chapas… ¡Feliz 2025! 🥂
Esta Newsletter no tendría sentido sin el club de lectura Queer as Book, que sigue en 2025. Todas aquellas que estéis en Barcelona ya podéis reservar la sesión de enero donde comentaremos el poemario de Audre Lorde: El unicornio negro (Torremozas, 2019). En El Noa Noa Eixample, el miércoles 22 de enero.