Queer as El triángulo rosa
Una señal de opresión convertida en símbolo de resistencia. El triángulo rosa nos recuerda la necesidad de la memoria histórica para hacer justifica y el orgullo como acto de revolución.
Me ha costado años, pero he conseguido utilizar las palabras marica o maricón para referirme a mí mismo sin pensar que vendrían acompañados de una pedrada. Utilizar estos términos como símbolo identitario, como herramienta de reivindicación, diciéndole al mundo: Yo sí puedo, porque lo soy; me ha dado poder y otra perspectiva desde la que mirarme y abrazar mi identidad.
Bollera, maricón, marica, desviadxs, queer, pédé, fenoccio, son algunas de las palabras con las nos atacaron y de las que nos hemos apropiado, porque son nuestras. La reasignación de los símbolos es una de las bases del activismo y de pertenencia a un colectivo. Así mismo se ha hecho con el tríangulo rosa. Pero, ¿de dónde viene esta iconografía?
En la Alemania de 1897 se introdujo el artículo 175 que castigaba con penas de prisión las relaciones sexuales entre hombres. Durante años, múltiples científicos, escritores, artistas y juristas alemanes defendieron la abolición de este artículo, capitaneados por Magnus Hirschfeld, sexólogo que desarrolló las teorías existentes sobre la intersexualidad y que fue pionero en el uso del término transexualidad y el desarrollo de intervenciones de reasignación de género. Pero de poco sirvió, ya que a finales de 1912 los nazis ganaron poder en el gobierno alemán, que terminó con la toma de poder de Hitler en 1933. Tras el suceso conocido como La noche de los cuchillos largos en 1934 y el asesinato del lider nazi -homosexual- Ernst Röhm, la persecución a homosexuales se recrudece y en octubre de ese mismo año se crea un departamento especial en la Gestapo para luchar contra el aborto y la homosexualidad.
Lo que viene después ya es conocido por todas. Con la promulgación de las Leyes de Núremberg y el inicio de la Segunda Guerra Mundial se inicia una persecución de diversos grupos sociales como homosexuales, judíos, gitanos, socialistas, epilépticos, mudos, testigos de Jehová… Y su posterior encierro en campos de exterminio. Los nazis, sobre el característico pijama de rayas con el que vestían a los prisioneros, colocaban un triángulo de color para identificar la causa del encarcelamiento. El rosa, era el de los homosexuales.
Trabajos forzosos, torturas, vejaciones, violaciones, inanición, experimentos médicos, son solo algunas de las desgracias sufridas por estos prisioneros en aquellos infernales lugares. Como recuerdan los relatos orales de aquella época, ser homosexual era la peor de las calañas para los de las SS, pero también para los compañeros prisioneros de otros grupos sociales, y para muchas de las familias de los reclusos. La solución o única vía de supervivencia que muchos encontraron fue la de convertirse en amantes de los capos de los campos de concentración, a cambio de tener algún trato de favor como una mayor ración de comida -si se le podía llamar ración-.
Los datos son muy inexactos, debito a la falta de registros precisos por la destrucción de documentos al final de la Segunda Guerra Mundial, pero se estima que se enviaron hasta 15.000 hombres a campos de concentración de los cuales fueron asesinados entre 3.000 y 7.000. Una vez más, faltan datos sobre las mujeres, pero a pesar de que las lesbianas no fueron perseguidas de la misma forma, ya que no se consideraban una amenaza para la reproducción de la raza aria -imagino que porque no les importaba violarlas, por supuesto- también fueron llevadas a campos de concentración identificadas con el triángulo negro, símbolo para las mujeres indeseables: trabajadoras sexuales, mujeres sin hijos, personas sin hogar…
Tras la guerra, la mayoría de homosexuales no fueron reconocidos como víctimas del Holocausto y siguieron siendo criminalizados en una Alemania homófoba que no abolió el artículo 175 al completo hasta 1994. Como escribe Heinz Heger, autor de uno de los libros de los que os hablaré más adelante, escrito y publicado en los años setenta:
Miles y miles de prisioneros homosexuales deben de haber perdido sus atormentadas vidas allí, víctimas de una deliberada estrategia de exterminio diseñada por la Alemania hitleriana. Aun así, hasta ahora nadie ha tenido el valor de hacer una investigación sobre ese yacimiento y rendir homenaje a sus víctimas. Probablemente el supuesto buen gusto preponderante den la sociedad actual prohíbe hablar del exterminio de los presos en los campos de concentración, particularmente cuando se trata de homosexuales.
Pues bien, de aquí, de esta marca rosa es de donde nace la reapropiación del triángulo por activistas LGTBIQ+, a partir de la década de 1970. Se convirtió en una manera de recordar la persecución sufrida, pero también en un signo de desafío contra la opresión y la discriminación. Y por desgracia, solo una década después, se utilizó para identificar otro exterminio sufrido por la comunidad: la epidemia del SIDA. Organizaciones como ACT UP lo usaron en su icónica campaña con la frase Silence = Death, simbolizando la resistencia y la lucha contra la negligencia gubernamental y médica hacia las personas con la enfermedad. Así como la denuncia por la falta de respuesta ante la crisis, como el silencio de Reagan que tardó años en reconocer la epidemia en EE.UU, uno de los países -occidentales- más afectados.
El triángulo rosa es más que un símbolo; es un recordatorio de las injusticias sufridas, de la resistencia y de la lucha por la dignidad. Su historia nos muestra la importancia de no olvidar. La memoria histórica no solo honra a quienes fueron perseguidos, sino que nos exige actuar en el presente para que el odio y la discriminación no vuelvan a encontrar espacio en nuestra sociedad. Recordar es construir un futuro más justo, libre y humano para todas. Y llamarnos maricas a nosotras mismas, necesario.
vinQlos.
Los hombres del triángulo rosa: memorias de un homosexual en los campos de concentración nazi, Heinz Heger (Amaranto, 2002;1972). ⭐ 4/5
Se me hace extraño, incluso violento, ponerle una nota al relato oral de una persona que vivió estos hechos atroces en primera persona. Heger, que es el pseudónimo que se esconde detrás del vienés Hans Neumann, realizó alrededor de quince entrevistas entre 1965 y 1967 a Josef Kohout, austriaco superviviente de los campos de concentración. El libro narra con sinceridad y crudeza los hechos que sucedían en los dos campos de concentración en los que estuvo el protagonista: torturas, palizas, muerte, muerte muerte, insultos, violaciones… Ya podéis imaginar. Incómodo, pero necesario.
El holocausto rosa, Ricard Huerta (Catarata, 2023).
Un recorrido por la persecución de la homosexualidad en la Alemania nazi, desde las detenciones y torturas que llegaron a alcanzar los 100.000 casos, hasta las deportaciones a campos de concentración de las que hemos hablado antes. Una vez más un texto necesario para conocer el contexto al odio a la diversidad sexual y la represión que ello comportó -y comporta-.
Nadie miraba hacia aquí, Andrea Galaxina (El primer grito, 2022). ⭐ 5/5
No es la primera vez que recomiendo este libro que habla de cómo el arte contemporáneo se utilizó como arma política en la lucha y el activismo durante la epidemia del VIH/SIDA. Aquí podemos ver esta resignificación de símbolos como el triángulo rosa, pero también de otros elementos que se convirtieron en estandarte de la reivindicación. Un libro sencillo, muy bien estructurado y al que volver siempre es necesario y recomendable.
Nelly & Nadine, Magnus Gertten (Suecia, 2022). ⭐ 4,5/5
Un documental maravilloso, con imágenes preciosas y una gran historia como protagonista. Nadine y Nelly fueron dos mujeres arrestadas en el campo de concentración de Ravensbrück y que se enamoraron estando allí, la noche de Navidad de 1944. La nieta de Nelly, narra la historia de ambas a través de cartas encontradas, fotografías y vídeos de las dos viviendo juntas en Venezuela. Una historia apasionante, inspiradora y esperanzadora, sobre dos mujeres admirables. Uno de aquellos documentales que recordaré en el tiempo y de los que seguramente hablaré a la que tenga oportunidad.
Bent, Sean Mathias (Inglaterra, 1997).
No la he encontrado por ningún sitio, así que ¡ayuda! Si alguien la encuentra por favor que me escriba. Esta película está basada en una obra de teatro de título homónimo y en el primer libro que he citado. ¿De qué va? Pues ya lo podéis imaginar y sobre todo el dramón que debe ser, así que por favor ¡la necesito! Ganó el Premio del jurado joven al mujer largometraje en Cannes, como dato.
El Dorado: Todo lo que odian los nazis, Benjamin Cantu (Alemania, 2023). ⭐ 4/5
A pesar del artículo 175, en la Alemania de principios de siglo XX se vivió cierta libertad para la comunidad LGTBIQ+, como pasó también en otros lugares de Europa en el periodo entre guerras. Este documental narra la historia de El Dorado, un club nocturno en el Berlín de los años 20 que sirvió como refugio de lesbianas, homosexuales y travestis. Röhm, el nazi homosexual asesinado, es el protagonista de este documental que sirve como excusa para desarrollar una historia más amplia sobre ser queer en la Alemania nazi, y que muestra también a otras personalidades de la época.
Las noches de Tefia, Miguel del Arco (España, 2023). ⭐ 4,5/5
Por desgracia, en España también existió esta persecución y también tuvimos campos de concentración durante el franquismo. Este fue el caso del campo de concentración de Tefía, activo entre 1954 y 1966, utilizado para la reeducación -utilizando sus términos- de hombres homosexuales, y otros presos acusados por la Ley de vagos y maleantes. La serie narra estos hechos a través de un grupo de presos, que en las noches, para poder seguir vivos se inventan historias sobre un club nocturno donde pueden mostrarse como son, amar, cantar, bailar… El Tindaya.
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Esta Newsletter no tendría sentido sin el club de lectura Queer as Book. La sesión de marzo ha sido aplazada por un buen motivo y es que realizaremos el club de lectura en la PROLE, en Barcelona, como forma de apoyo al movimiento de rescate de este espacio. Esta libreria transfeminista del Eixample, que anunció su cierre hace unos meses, está intentando resistir gracias a un grupo activo de personas -PROLEtaries-cuyo objetivo es convertirla en una cooperativa de trabajo: un espacio social seguro donde encontrarse a crear y desarrollar diversos proyectos editoriales y culturales.
Tener nuestros espacios -y conservarlos- también es una forma de resistencia. Por ello, y con más sentido que nunca, el próximo 15 de abril comentaremos allí el libro El arte queer del fracaso de Jack Halberstam (Egales, 2018), un libro que nos invita a repensar el éxito, abrazar la rebeldía y celebrar los caminos alternativos. Esta vez, la inscripción será gratuita, a cambio de hacer una aportación -la que sea- al proyecto Salvemos la Prole! Puede ser comprando un libro el mismo día del club o donando lo que cada una crea necesario.
Todas aquellas que estéis en Barcelona -o no- ya podéis reservar gratis. Y para las que no puedan venir pero quieren colaborar, podéis hacer una donación en su página de Goteo.
Maravilla! Gracias por explicarlo tan bien y las referencias