Queer as Flamenco
El flamenco nos ha hecho entender desde la carne lo que significa ser humano; que todos estamos aquí buscando ser un poquito felices y que la tristeza forma parte de la vida tanto como la alegría.
Os recomiendo leer esta publicación escuchando Por la Mar Chica del Puerto de Mayte Martín, homenaje de la orgullosa cantaora lesbiana al poeta Manuel Alcántara -y una de mis canciones fetiche, todo sea dicho-.
Mi madre me preguntó si me gustaría apuntarme a bailar sevillanas. Debía ser finales del verano de 1993 y yo, no sé si por ganas o por curiosidad, acepté la proposición. Recuerdo poco de aquellos primeros años. Algunas fotografías y vídeos en VHS, guardados en armarios de casa de mis padres, son testigos del alumbramiento de aquel duende interior, que todavía hoy sigue encendido. Aún se recuerdan con orgullo aquellos viajes en autobús por todas las comarcas de Catalunya para bailar en las fiestas de pueblos rebosantes de inmigrantes andaluces. Crecí bailando. Y bailar, me hizo crecer.

En los años de adolescencia, donde ir al instituto o caminar solo por las calles se habían convertido en actividades peligrosas, subirme a un escenario y mover las manos al compás era la única esperanza de salvación. Temía, entre bambalinas, escuchar un MARICÓN mientras subía al escenario.
Último escalón. Los dos tacones sobre la tarima. Cabeza alta, aquí sí. Mirada al frente. El personaje.
Bailar me hizo sentir la fuerza que bajo el escenario era incapaz de tener. Supongo que por eso lo dejé a los 20 años, cuando me fui a Madrid. Al fin sentía que era dueño de mí y el escenario, siempre se ha quedado aquí. Bien adentro. Aunque ya no me hiciera falta.
El flamenco, como tantas otras artes, tiene una constitución binaria. El término flamenco aparece por primera vez escrito en 1847 para designar un estilo musical y coreográfico diferenciado. Un periodo en el que la identidad nacional iba en contraposición a la Ilustración francesa, cuyos valores eran considerados inferiores y por lo tanto afeminados. Esta necesidad de testoteronización de la identidad española, se vio reforzada por las catástrofe y decadencia nacional con la que el país cerró el siglo XIX -pérdidas de colonias, básicamente-.
¿Qué significa esto? Pues que el baile, las curvas y los requiebros eran para las mujeres. Los hombres al cante y a la guitarra, a lo más jondo. Y los que bailaban, debían hacerlo con la rigidez y el temple de un torero. Así se impone el baile flamenco tradicional, nacido en los conocidos tablaos a mediados del siglo XX. Estos espacios eran herederos de los café cantante, una especie de cabaré a la española donde ya se empezaban a ver algunos espectáculos de transformismo y donde la prostitución -tanto femenina como masculina- hacía sus pinitos.
Pepi, una amiga de mi madre, me decía siempre: “Me quedo hipnotizada viendo tus manos. Las mueves tan bonito. Como una mujer”. Así que, ya llegados a los 2000, el flamenco seguía siendo de hombres o de mujeres, a pesar de que algunas bailaoras y bailaores ya habían intentado quebrar la norma: Carmen Amaya en los años 40, bailando en traje corto o Joaquín Cortes, con una bata de cola a mediados de los noventa; por poner tan solo dos ejemplos.
La copla y el travestismo también tuvieron sus referentes disidentes que caminaban al compás de la tradición flamenca. Claros son los ejemplos de Miguel de Molina o transformistas como Paco España. Pero de eso ya hablaremos otro día, ¡lo prometo!
Lo importante es que de aquellos barros estos lodos y actualmente contamos con un buen número de artistas que se han metido en el fango de la tradición para romperla, jugar con el género y sacar todo el queerness del flamenco. Claro ejemplo es Carvento. Coreógrafa, drag y danzaora contemporánea -como se define en su cuenta de Instagram- esta cordobesa ha desafiado los límites de la tradición flamenca con proyectos como su famoso ‘Maricón de España’, una composición de danza contemporánea audiovisual.
El cuerpo no binario, el cuerpo carne, se sube al escenario rompiendo moldes en los espectáculos de Rocío Molina, Premio Nacional de Danza 2010. Con una firmeza y un desgarro apabullantes. Verla bailar es olvidarse de respirar. Es la libertad hecha danza. Como dijo en una entrevista para Vanity Fair:
“Ser lesbiana me sirvió de cortafuegos: al verme como un bicho raro, me dejaron como un caso perdido”.
Fernando López Rodríguez, autor de diversos libros -de donde, por cierto, he extraído la frase de la entradilla y que comentaré más tarde-, bailaor, coreógrafo y filósofo es uno de los pilares de la conversación actual entre el flamenco y lo queer. En sus espectáculos juega con los márgenes del género, como lo hace Manuel Liñán.
Este último es el creador del espectáculo ¡Viva! Donde siete bailaores se transforman en bailaoras, ataviados con trajes de flamenca de los años 60/70. The New Yorker le acompañó poco antes del estreno del espectáculo y aquí os dejo el pequeño documental que realizaron.
Muchos son los nombres que faltan en esta lista de transgresoras y valientes: Flamenco Queer, Juan Carlos Lérida, La Tremendita, María Peláe… Bailaroas, cantantes, guitarristas. Toda una generación de artistas que buscan remodelar la encorsetada tradición flamenca para entrar en un mundo en el que a veces solo había salida.
El debate sobre la tradición está constantemente sobre la mesa, tanto por gente externa como por los mismos creadores. Pero como bien dice el autor Fernando López:
“La recepción del espectáculo flamenco, tradicionalmente reducida al espacio espasmódico de los jaleos y los aplausos, comienza a dilatarse y a crear un espacio de debate en el que no se trata de arrastrar a nadie por tierra ni de concederle a nadie “la llave del baile” para sacarle en hombros por la puerta grande: se trata de volver sobre los pasos dados para interrogar tanto la obra artística como nuestras propias estructuras perceptivas (nuestras expectativas, nuestros prejuicios, nuestros deseos frustrados, nuestros hallazgos sorpresivos y nuestros delirios interpretativos) y crear a su vez un diálogo enriquecedor para todos y potencialmente infinito.”
Aquel adolescente que bebía del escenario, rasgando límites a su manera, todavía sigue aquí. El flamenco siempre está cuando lo necesito. Poniendo algún ritmo de hace años, moviendo los brazos y las manos en el escondite de mi habitación. Aplausos a los lejos. La mirada al frente. Saludo, y adiós.
vinQlos.
Historia queer del flamenco. Desvíos, transiciones y retornos en el baile flamenco (1808-2018), Fernando López Rodríguez (Egales, 2020). ⭐ 3,5/5
Que esta newsletter iba de libros y parecía que no. Gracias a este libro he podido construir el discurso de esta publicación y también un mapa mental del baile flamenco en España y del resto de disciplinas folklóricas que lo llevaban de la mano. Un libro interesante, con muchísimas aportaciones y una amplia bibliografía. Para todas aquellas personas interesadas en el mundo del flamenco un must.
De puertas para adentro. Disidencia sexual y disconformidad de género en la tradición flamenca. Fernando López Rodríguez (Egales, 2016). ⭐ 3,5/5
Otro libro del mismo autor, con algunas partes incluso repetidas pero con una estructura mucho más sencilla y más traída a la actualidad -a pesar de ser un libro anterior-. No se centra tanto en hacer un repaso histórico, sino en el discurso del cuerpo, de la disidencia y la exposición de todas aquellas figuras artísticas que han roto con esa barrera. En este caso, recomiendo mucho este libro a aquellas bailarinas, bailaoras o personas interesadas en la danza y el cuerpo.
Revista A Flamenco Catharsis, VVAA ⭐ 5/5
Cada número, de la hasta ahora trilogía, de esta revista es una obra de arte en sí mismo. Nacida de la mano de Lolo González, en paralelo a un estudio creativo homónimo, la publicación combina artículos, magníficas sesiones de fotografía y obras de arte con el imaginario del flamenco como eje principal. Llevando el folklore y la rígida idea de este arte a su máxima contemporaneidad. Editada con muy buen gusto y delicadeza, merece muchísimo la pena poder tenerla en la pila de revistas de casa. En mi caso, el segundo número -el de la imagen- decora una de las cuatro paredes de mi habitación.
La podéis comprar a través de su página web, así como ediciones limitadas de merchandising que van sacando de a poco.




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