Queer as La Herencia
Esperanza, miedo, celos, deseo. Puede que vuestras vidas sean diferentes. Pero seguramente los sentimientos sean los mismos. Solo cambia el entorno, el contexto, el vestuario. [...] solo detalles.
“¿Qué pasa con esa cultura compartida? Si ser gay solo describe a quién amamos y con quién follamos, pero no también cómo nos enfrentamos al mundo, entonces la comunidad gay y la cultura gay empezarán a desaparecer. Y aún necesitamos esa comunidad. Porque este país aún está lleno de gente que nos odia con un fanatismo vengativo y asesino.”
La importancia de la comunidad y la memoria dentro de ella son dos de los grandes temas tras la obra de teatro La Herencia, que Matthew López escribió y estrenó en 2018 en el Young Vic Theatre de Londres, y que estos días podemos ver en catalán en el Teatre Lliure de Montjuïc (Barcelona).
López toma prestada la estructura y los temas fundamentales de Howards End (1910) de E. M. Forster, autor que aparece como personaje en la propia obra. Su presencia no es casual: Forster murió sin haber publicado en vida Maurice (1971) -escrita originalmente en 1913-, novela en la que narra un romance entre dos hombres en la Inglaterra eduardiana (1900-1910). En la obra, su fantasma acompaña a los personajes, guiándolos y redimiéndose de su silencio.
“Si hubiera tenido la más mínima idea de que necesitabais leerlo tanto como yo necesité escribirlo, puede que hubiese sido más valiente. Pero tú me has enseñado que mi libro era entonces, como tú eres ahora, un eslabón en esta cadena de hombres gais enseñándose, amándose, hiriéndose y entendiéndose unos a otros. Una herencia de historia, de comunidad y de identidad. Y, sentado hoy en esta playa, no tienes ni idea de qué vidas tocarás y cuáles salvarás. Pero para eso debes amar, Incluso a sabiendas de que te romperán el corazón. La única forma de curar un desamor es arriesgarse todavía más.”
Dividida en dos partes y con casi siete horas de duración, La Herencia es una obra magna, metateatral y llena de capas. Un retrato generacional sobre el amor, la memoria y las cicatrices que ha dejado el VIH en la comunidad LGTBIQ+. Una escritura llena de humanidad que nos recuerda que ser queer es vivir dentro de una historia que va más allá de nosotros mismos. Somos la parte resultante de la lucha de muchos otros, y seremos quienes den forma a la historia de los que vendrán.
La trama sigue a Eric y Toby, una pareja gay en el Nueva York de 2016, poco antes de la primera victoria electoral de Trump. Eric busca estabilidad, Toby persigue el éxito. En torno a ellos, López construye un coro de voces que abarca distintas generaciones, con Henry Wilcox —un personaje tomado de Howards End— como nexo entre el pasado y el futuro. Y la epidemia del VIH como telón de fondo a lo largo de la historia. La enfermedad no solo se llevó vidas, sino también voces, futuros que no han sido escritos, comunidades fracturadas. En la obra, la memoria de quienes murieron resuena en cada diálogo y espacio que habitan. Entre el duelo, la responsabilidad y la culpa.
Es cierto que al principio me costó aceptar que todos los personajes son hombres y que, por inercia, los imaginé dentro del mismo molde de masculinidad blanca, delgados, de clase media-alta. Un reflejo del estereotipo gay que nos han inculcado desde la homofobia y el patriarcado. Pero en ningún momento la obra describe físicamente a los personajes -a pesar de que muy probablemente en cualquier montaje vayan a ser así-. Aun así, los imaginé como si estuvieran recién sacados de un vídeo de BelAmi. Tuve que parar y decir: mira a tu alrededor, también está hablando de ellos. Y para mí, aunque no aparezcan en escena, en esta historia -o cerca-hay lesbianas, trans, mujeres cis… Todas aquellas personas que son nuestra historia, y que también sufrieron la pandemia del VIH.
“La enfermedad de esos hombres hacía que los estadounidenses tuvieran que pensar en la forma en la que la contrajeron. Nos hacía ver a los hombres gais y aceptar su naturaleza, aceptar sus afectos y su deseo como iguales a los nuestros. La mayoría de la gente no era capaz. Y así, nuestra incomodidad nos hizo dejarlos morir.”
El texto también se permite explorar sobre el privilegio y la desigualdad dentro de la comunidad. ¿Quién tiene derecho a recordar? ¿Quién tiene el privilegio de olvidar?
Y en el centro de la historia, una casa. El hogar. Ese término tan necesario como indefinido, que para algunos es un espacio físico y para otros, un sentimiento de pertenencia. La Herencia nos recuerda la necesidad de construir espacios seguros, de sanar colectivamente, de entender que la memoria no es una carga solitaria, sino un lazo que nos une. La casa de la obra está en el norte de Nueva York, y no pude evitar pensar en otra casa que existió en la misma zona durante los años 50 y 60: Casa Susanna. Un refugio para personas que practicaban el crossdressing, donde podían ser ellas mismas durante unos días, lejos de la mirada del mundo.
La casa-refugio es un tema que me obsesiona y que persigo. Más allá de unas paredes, la he construido en personas y en diferentes lugares. Ojalá para alguna de ellas yo también haya sido hogar. Hace un par de meses hice un curso en Crisi con Elisa Coll, titulado: La casa queer que soñamos. Allí nos hizo escribir un texto sobre algo o alguien que para nosotros fuese casa. He pensado que este es un buen momento para compartirlo:
De lo poco que sé de arquitectura es que una casa necesita de buenos cimientos para evitar las grietas. Y -¡joder!- los nuestros suman ya treinta y dos años. Que fuiste refugio, casi trinchera, en los años más convulsos. Con lo difícil que es sentirse a salvo en mitad de tanta guerra. Ahora, eres la calma de una bienvenida. La vuelta al origen. También la risa, el ruido en el pasillo. Recuerdos. Museo de la acumulación donde nada es adorno. Todo cuenta. Y sostiene.
Porque todo cuenta y sostiene. Eso es La Herencia. Saber que el amor, la amistad y el deseo han sido siempre parte de nuestra supervivencia. Y que contarnos y contar nuestra historia es la forma más poderosa de asegurarnos de que nadie vuelva a ser olvidado.
vinQlos.
Angels in America, Tony Kushner (HBO, 2003)
No le he puesto puntuación porque no la he visto ¡Pecado! He visto el primer capítulo -amé- y ya tengo deberes para el próximo fin de semana. Tony Kushner escribió esta obra de teatro, también en dos actos, estrenada en 1991 y posteriormente adaptada en formato de miniserie en 2003. Es un hito en la representación del sida, la política y la identidad queer en los años 80, narrando la crisis de una comunidad marcada por el abandono institucional y la lucha por la supervivencia, haciendo uso también de imágenes oníricas y alucinaciones con estética de videoclip dosmilero. Parece una clara inspiración en la obra de Matthew López y tiene a un reparto maravilloso de la talla de Meryl Streep, Emma Thompson o Al Pacino. Estoy indignadísimo conmigo mismo por no haberla visto antes, la verdad.
Casa Susanna, Sébastien Lifshitz (2022). ⭐ 5/5
He hablado brevemente de este lugar en el texto principal, pero se merecía su propio espacio. O uno más, porque intento hablar de ello cada vez que puedo. Casa Susanna fue una casa en Catskills, al norte de Nueva York en los años 50 y 60, donde matrimonios heterosexuales iban a disfrutar de vacaciones y fines de semana permitiéndose realizar crossdressing, dando espacio a una liberación del género. Existe un documental -ahora mismo difícil de encontrar en España- y el catálogo de la exposición que se hizo en el festival de fotografía Les Rancontres d’Arles en 2023. También podéis leer la publicación que dediqué a este maravilloso lugar y sus increíbles imágenes.
Los optimistas, Rebecca Makkai (Sexto Piso, 2021). ⭐ 5/5
Me leí las 576 páginas que tiene en un solo día, yéndome a dormir -me costó- muy tarde. Y no lo digo por fardar, sino para que entendáis lo mucho que me enganchó esta historia. Una narración sobre la epidemia del sida en el Chicago de los 80, que habla de amistad, de pérdida y de lucha; y que se completa con la historia de una de las protagonistas décadas después, intentando reconciliarse con el pasado. Bello y duro.
Los hijos dormidos, Anthony Passeron (Libros del Asteroide, 2023) ⭐ 5/5
Entre la crónica periodística y la novela de no ficción, el autor se adentra en la historia de su familia para conocer mejor al hermano de su padre, heroinómano y enfermo de sida en los años 80; entremezclando el relato con la lucha de los científicos por comprender el virus -y por llevarse el mérito- y el impacto del mismo en la comunidad médica de Francia. Una narración desgarradora sobre memoria y estigma intergeneracional.
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